Buenos Aires: Tango y carne
La noche de tango resultó un chasco. Siguiendo las amables recomendaciones del amigo Mariano, tal y como llegamos a Buenos Aires reservamos una mesa en el espectáculo de tango de la Orquesta Típica Fernández Fierro. La cita era para el miércoles 17 de septiembre a las once de la noche.
Así que esa misma noche, un taxi nos acercó a la dirección que figura en la web de la orquesta. Pero allí sólo había una plaza de garaje cerrada, en una calle mal iluminada y con mala pinta. Sin embargo, el lugar coincidía con la aproximación en el mapa de la dirección que buscábamos. Tan desolado parecía el lugar que el taxista insistió en que no bajáramos allí y nos llevó hasta el centro comercial Abasto Shopping, en la cercana Avenida Corrientes. Se negó rotundamente a permitirnos bajar cerca de la dirección que estábamos buscando y explorar un poco: «estas no son calles para andar paseando, háganme caso, yo les llevo gratis a cualquier otro sitio». Sus recomendaciones al llegar al centro comercial tampoco eran tranquilizadoras: «no se aparten de esta calle iluminada, ni se les ocurra entrar en las calles que cruzan…»
Pensé que habíamos anotado mal dirección, así que busqué desde dónde conectarnos a Internet para comprobarla. Estábamos a tiempo de llegar a esa mesa reservada. Preguntamos, pero nadie parecia conocer ese espectáculo de tango por allí. Imposible conectarnos a la Red en el centro comercial. Enfrente había un locutorio. La mujer que lo regentaba, china, no quiso entendernos y ni siquiera accedió a cambiarnos un billete de dos pesos en monedas de 50, con las que funcionaban los ordenadores. «no inglés, no inglés» decía la señora ante mis explicaciones en un castellano diáfano 🙂
Finalmente, pudimos usar un ordenador en un hotel cercano, para acabar comprobando que la dirección anotada era correcta ¿? En el hotel, apenas a doscientos metros de donde se suponía que debía estar la Orquesta, no la habían oído nombrar nunca. Las alternativas eran volver a ese callejón oscuro o ir a otro lugar.
Nos fuimos a cenar a Puerto Madero, a resarcirnos con la calidad de la cocina del restaurante Cabaña Las Lilas, otra recomendación de Mariano, esta vez acertadísima. En Cabaña las Lilas pudimos comprobar que todo lo que cuentan acerca de la calidad de los asados argentinos es totalmente verídico. Y descubrimos también las bondades de una buena botella de vino Malbec. El amable camarero, ante nuestra curiosidad, nos explicó en pocos minutos cómo se llama cada tipo de corte de una res, y las propiedades de cada una de esas piezas de carne. Fue una cena estupenda en un entorno excelente…
Así, a los pocos días de iniciar esta vuelta al mundo, ya pudimos comprobar lo que tanto nos temíamos: tener un itinerario tan largo con tan poco tiempo en cada lugar no deja margen para este tipo de errores, y nos dejó sin el tango de Fernández Fierro. También será este el primero de los momentos en que decidimos que hemos de volver con más tiempo a varios de los destinos de este viaje…
Algunas fotos de Puerto Madero, un lugar que por su reciente historia y reconstrucción, me recordó al puerto olímpico de Barcelona y su entorno: