Hoi An, la ciudad de las linternas de seda
Seguramente la ciudad más bonita que hemos visitado en Vietnam, la pequeña Hoi An es llamada también en Vietnam la «ciudad de las linternas». El sobrenombre se debe a que al atardecer, las calles del centro histórico de este puerto fluvial se llenan de linternas esféricas y ovaladas de colores distintos. Estas bonitas linternas alumbran las calles, anuncian tiendas y restaurantes y se venden también en puestecitos especializados para aquellos que deseen tener en casa una de estas lámparas con esqueleto de bambú y piel de seda de colores.
Hoi An fue en su día un próspero puerto fluvial comercial, muy cerca del mar, al que llegaban barcos de China y Japón. La villa nace como una pequeña colonia comercial con dos barrios, el chino y el japonés, separados por un riachuelo. El puente japonés que une los dos barrios es hoy uno de los atractivos turísticos de la ciudad.
Dice la leyenda que hubo un monstruo marino tan grande que tenía la cabeza en India, la cola en Japón y el cuerpo en Vietnam. Cuando el animal se movía, producia terribles tifones. El puente de madera acoge una pequeña pagoda dedicada a la deidad encargada de controlar al animal y de suavizar las mareas, que durante años han inundado Hoi An. El volumen del agua del río, efectivamente, llega a pocos centímetros de la altura de la calle por la mañana, y baja más de un metro por la tarde. Algunas de las casas de la ciudad tienen en sus patíos interiores marcas de hasta dónde llegó el agua en ésta o aquella inundación, y las más cercanas al río ya tenían una polea y una trampilla para subir sus pertenencias de la primera a la segunda planta cuando era necesario….
Lo más interesante de Hoi An es precisamente la posibilidad de visitar por dentro algunas de estas casas, así como las pagodas o las que eran en su día las casas dónde se reunían grupos de comerciantes chinos. El visitante debe adquirir una entrada al acceder al casco antiguo, que le da derecho a visitar cinco edificaciones: pagodas, antigas casas de familias que llevan seis generaciones viviendo en ellas o estas salas de reuniones gremiales. Hay más de 200 edificios históricos en Hoi An, un lugar que las guerras han respetado en este sentido. Recorrer sus calles es a la vez un paseo por el pasado, y una muestra del potencial turístico y comercial: hordas de turistas paseando de un lado para otro lo demuestran.
Estos son los cinco edificios que vistamos nosotros:
- Pagoda dedidacada a la diosa china del mar, que velaba por los marinos que naufragaban con la ayuda de dos dioses menores, el de los ojos (que veía los naufragios en la distancia) y el de los oídos, que hacia lo propio con los mismos. Como curiosidad, en esta pagoda cuelgan del techo grandes espirales de incienso, que pueden quemar durante un mes entero. Las familias los prenden tras colgar de su centro un papel amarillo con sus deseos de buena fortuna.
- La casa de la familia Tan Ky. Como la mayoría de las casas históricas de Hoi An, se compone de dos estancias separadas por un patio que proporciona ventilación y luz. Tras la segunda estancia, otro patio alberga la cocina. Es frecuente ver en estas casas elementos arquitectónicos chinos (dos círculos sobre las puertas, a modo de ojos para protegerse del mal, o los techos formando cañones casi semicirculares) con elementos japoneses (techos a dos aguas y con tres niveles internos) y con elementos vietnamitas que estos introdujeron cuando los chinos y los japoneses se fueron.
- El museo de cerámica. Recopila algunas muestras de la cerámica que se producía aquí o de la que traían chinos y japoneses. Algunas piezas se han recuperado de barcos hundidos por temporales cerca de estas costas. La colección, la verdad, es bastante simple, pero ver la casa vale la pena.
- Otra de las casas que vistamos, en realidad ya totalmente dedicada a la venta de souvenirs para turistas, nos ofreció muestras del folclore local: danzas y canciones acerca de leyendas y de la vida tradicional de los pescadores y agricultores de la zona.
Cerca del puente japonés, hay otro puente que cruza el río Thu Bon y te deja en la parte más moderna, también llena de restaurantes. No en vano, Hoi An es también uno de los lugares donde mejor hemos comido, con algunas especialidades locales como las White Roses (empanadas de papel de arroz hervido rellenas de gambas y carne de cerdo) o los money bags (similares a los rollitos de primavera fritos en forma de atillo, también con gambas y verduras). Dos de los mejores platos de pato que he comido en mucho tiempo los degusté aquí.
Una de las curiosidades de Hoi An es que esta localidad se ha especializado en lo textil: hay cuatro fábricas de seda y más de mil sastres dispuestos a hacerte a medida vestidos, trajes y camisas. Incluso hacen zapatos y zapatillas del tejido que quieras. La calidad del calzado no nos conveció, quizás la gracia está en acertar con quién puede hacerlo bien. Pero puedo decir con motivo que las camisas a medida están muy bien acabadas y sientan como un guante. Además, son rápidos: en mi caso, me tomaron medidas y elegí los tejidos una tarde, al mediodía siguiente pasé a probarme las camisas y a primera hora de la tarde las tenía acabadas y empaquetadas. Recuerda dejar hueco en la maleta si vienes por Hoi An, saldrás con más de lo que traías….