Bonfim, barrio y basílica, todo un símbolo en Salvador de Bahía
Viniendo de Riberia paseando por la avenida que recorre el mar, llegarás a Bonfim, uno de los barrios más interesantes de Salvador de Bahía. Y siguiendo en línea recta desde Ribeira y la Basílica de Nosso Senhor de Bonfim llegarás a Montserrat, con más iglesias coloniales y una playa muy popular. Teniendo en cuenta que vivo prácticamente a los pies de la Montserrat catalana, ni que decir tiene que me acerqué a ver la Montserrat brasilera.
Indudablemente, el polo de atracción más interesante de esta zona es la Basílica de Nosso Senhor de Bonfim, tienes que verla aunque no te entusiasmen los templos. Se trata de una edificación colonial neoclásica con fachada rococó (ahí queda eso), cuya construcción se inició en 1745 y se terminó en 1772. Todo un símbolo para los bahíanos, que le dedican una procesión en la Festa do Senhor de Bonfim, en enero. Seguro que paseando por la ciudad habrás visto multitud de pequeñas cintas de colores en todas partes. Y por poco que tengas pinta de turista, te habrán colocado ya alguna: la tradición dice que la cinta ha de anudarse con tres nudos, mientras quién la recibe pide un deseo por cada nudo. Los deseos se cumplirán si la cinta acaba deshaciéndose en tu muñeca (o allí donde la hayas anudado). Como puedes ver en estas fotos, la misma Iglesia está llena de estas cintas, especialmente en la verja que la rodea. Cuando la brisa marina las mueve un poco, la visión es realmente bonita.
El interior de la basílica alberga una importante colección de arte en cuadros y azulejos, pero quizás lo más llamativo sea la «Sala dos Milagres«, una habitación cercana al altar mayor donde los bahíanos y bahianas han ido dejando ex-votos, ofrendas hechas en agradecimiento a un favor recibido. Los hay a miles, algunos muy bonitos y otros ciertamente tétricos. Figuras que representan el órgano enfermo del que se pedía sanación, fotos de personas que sanaron, o imágenes más impresionantes de operaciones, cicatrices y cánceres. Más allá del morbo que te puedan despertar estas imágenes, lo que a mi me vino a la mente en esa sala es la cantidad de dolor, de sufrimiento y al mismo tiempo de esperanza que hay en la sala. Cuan desesperado ha de estar alguien para rezar con fervor pidiendo alivio, y para volver a dejar un ex-voto luego, una vez aliviado. Un breve vistazo a este rincón de la basílica impresiona…
Para seguir el paseo nosotros optamos por recorrer paseando la Rua Imperariz, que se dirige de nuevo al mar y te deja al lado de Montserrat y Boa Viagem. La iglesia de Nossa Senhora da Boa Viagem estaba cerrada, pero siendo viajeros como somos, que menos que acercarnos a verla.
Frente a su fachada, una vista muy poco espiritual: coches con los portaequipajes abiertos, atronando al personal con la música que salia de los potentes equipos del maletero del coche, bahianos tranquilos bailoteando y bebiendo cerveza, y en frente, una estrecha lengua de arena formando una breve playa, abarrotada. En esta zona de Brasil no habitual no es desplegar toallas en la arena para tumbarse como hacemos aquí, sino tomar posesión de mesa y sillas de los bares cercanos y tener siempre una buena cerveza en su cooler. Parece que de eso se trata aquí: de saber vivir bien, de buscar los buenos ratos con la familia y loa amigos, de aprovechar la ventajosa naturaleza brasilera, y tener en buen lugar a los santos y templos (católicos o africanos, o mejor aún juntos en el candomblé) por si acaso…