Los patios de Córdoba: de forma de vida a fiesta popular
Mayo es el mes por excelencia de Córdoba, una de las ciudades más bonitas de Andalucia. En un mes se concentra la Feria, la cata del vino, la cata de la tapa, las Cruces y la fiesta de los patios. En diferentes viajes a Córdoba he podido disfrutar de todas estas fiestas, y puedo decir que, por muchos motivos, mi favorita es la fiesta de los patios. Los cordobeses adornan los típicos patios de la ciudad con incontables flores, macetas, fuentes y con el arte de cada familia o de cada comunidad de vecinos que comparten el patio, ese centro social de la vida de barrio. Los encantos ocultos desde la calle se abren al visitante que, curioso, disfrutará de la jardinería casera más exquisita. Una muy bella tradición que en este post os describo con la humildad de quien apenas tiene un puñado de geranios y con la emoción de haber visto de primera mano la satisfacción de los cordobeses al abrirnos sus patios para compartir contigo el trabajo de meses, para contarte los detalles, los trucos y las dificultades de tal cultivo o de aquella flor. Tienes que ir a Córdoba en mayo y vivirlo por tí mism@..
Cómo acceder a los patios
Hay básicamente tres formas de visitar estos patios:
- La primera es esperar a las dos semanas del mes de mayo en el que abren sus puertas a los visitantes. Es una opción fácil y la única que no requiere pago (aunque no está de más dejar a modo de donativo alguna moneda en los patios que te gusten). El inconveniente es que a veces se aglomera mucha gente y la visita no es tan cómoda como podría ser. Por suerte para Córdoba, son muchísimos los visitantes que acuden a la ciudad en mayo. Si quieres esquivar esta afluencia masiva de visitantes, recurre a las dos opciones siguientes.
- La segunda es visitar algunos de los patios del barrio de San Basilio, cerca del Alcázar de los Reyes Cristianos. Una entrada de cinco euros te da acceso a un plano con una breve descripción de seis patios ciertamente bonitos. Tú eliges en qué orden quieres verlos y cuándo dentro de los horarios de visita. Si eliges esta opción, ves temprano y evitarás colas.
- La tercera es recurrir a los servicios de Rafael Barón para que te muestre seis patios empezando por el barrio de San Lorenzo. Esta sí es una visita guiada, y Rafael además es un excelente orador, que conoce de primera mano la tradición de los patios, que la vive con intensidad. Son las explicaciones de Rafael las que me ayudan a escribir este artículo, y desde aquí le agradezco sus respuestas, su paciencia y su buen hacer, nos hizo pasar una tarde muy agradable. Reservas al 620460024
Un poco de historia de los patios
Se nota que Rafael Barón es historiador, nos contó cosas muy interesantes acerca de los patios en la historia, detalles que nos hacen comprender cómo son hoy.
Los patios como forma de distribución del hogar ya se dan en la mesopotámica Ur, donde esta forma de construcción permite crear microclimas agradables en zonas muy calurosas. El frescor de las plantas, las sombras de los muros que rodean los patios y un uso inteligente del agua hacen que las temperaturas en los patios sean 10 o 12 grados más bajas que en la calle, creando suaves corrientes de aire que ventilan el resto de las casas. Son los griegos quienes al conquistar Persia introducen esta estructura, los patios, que son copiados por los romanos en sus domus, y quienes la instauran en todo el arco mediterráneo. Los romanos usan en sus casas nobles dos patios: el atrium, o recibidor, que da paso de la calle a la casa. Y el peristilo, o patio que comunica las diferentes dependencias de la casa con un espacio ese central abierto al cielo. Ese es el patio que se ajardina, y donde discurre la vida familiar romana. Son pues los romanos quienes traen el patio a Hispania, en el S II a.c aproximadamente, y a ellos debemos también el cultivo en recipientes, en macetas.
Más tarde, los árabes simplifican el modelo: un patio en lugar de dos, pero separado de la entrada principal por un zaguán en forma de ele, para evitar miradas indiscretas al interior si en el momento de abrir la puerta pasara alguien por la calle. En el patio árabe la mujer se descubre.
Este tipo de patios permite iluminar y ventilar la casa sin que tenga ventanas exteriores, lo que permite defender la casa a través de un solo punto, la puerta. Así, lejos de miradas indiscretas, la ciudad es una sucesión de muros y puertas que guardan jardines y casas interiores. Una imagen que corresponde aún hoy a muchos barrios de la ciudad, y que da lugar al dicho: “la casa del moro, un escombro por fuera y por dentro un tesoro”.
Los cristianos conquistan la ciudad de nuevo en un mes de junio, y pronto descubren las ventajas climáticas del patio árabe, que acaban respetando y asumiendo como propio.
Pese a beber de esta herencia histórica, los actuales patios de Córdoba gana su aspecto actual cuando a mediados del S XIX la revolución industrial atrae a masas de población desfavorecida a la ciudad. La desamortización de Mendizabal había dejado sin uso recintos religiosos y antiguos hospitales, que son ocupados por la población que venía del campo. Los patios eran pues espacios comunales que ocupan varias familias, que habitan en las habitaciones que los rodean. Los patios son ahora el espacio que ubica los servicios, las letrinas, los pozos, las cocinas y los lavaderos.
Los pocos recursos de estas gentes no les permiten en muchas ocasiones reparar los muros como deben, y usan macetas para tapar huecos y desconchones. Una costumbre que se mantiene luego cuando poco a poco estas familias van remodelando sus casas. Los patios, centro de la vida vecinal más próxima se convierten entonces en muestras del buen gusto de sus habitantes. Como tras las procesiones había costumbre de que los vecinos de los patios visitaran los patios vecinos, pronto se produce una cierta rivalidad por crear los patios más bonitos…
El origen de la fiesta de los patios de Córdoba
El primer concurso de patios se crea en 1921, pero no será hasta 1933 cuando un avezado alcalde republicano aprovecha esta competitividad vecinal para instaurar un primer concurso, que alcanza muestras de éxito como, por ejemplo, ser referido y fotografiado por periódicos como La Vanguardia, de la distante Barcelona. A este concurso concurren 16 patios para un único premio de 500 pesetas, que entonces era una pequeña fortuna.
La cruenta guerra civil interrumpe esta bella tradición, que vuelve con fuerza en 1944 cuando su suma el concurso de patios a un festival de música andaluza. Desde entonces vienen los vecinos de Córdoba compitiendo para engalanar de flores sus bellos patios. Este año, participan 55 patios, compitiendo para hacerse con un primer premio de 3.000 € en cada una de las categorías, habiendo hasta premios menores.
Si bien es cierto que los participantes reciben una subvención del Ayuntamiento (consciente del atractivo turístico en el que se han convertido los patios), es el esfuerzo de los cordobeses quien mantiene esta bella tradición, como así reconoce la Unesco, que valoró tres elementos clave para nombrar los patios de Córdoba como patrimonio de la humanidad: la transmisión intergeneracional de esta costumbre, la creatividad de lo vecinos y su generosidad al abrir sus puertas para que ojos curiosos como los tuyos puedan disfrutar de la belleza, frescor y aroma de estos patios.
Soy testigo, pues no solo los he visitado, sino que a menudo he podido conversar con los vecinos que muestran sus logros, que comentan las dificultades de esta o aquella especie, o que explican entre el orgullo y la nostalgia qué miembro de su familia plantó este o aquel árbol que aún hoy les da sombra, fruto a veces o paz otras. Como bien explica Rafael, los patios no son un parque temático, sino una forma de vida popular, que tuvo un origen muy duro y humilde, cuyo origen era crear alegría y color en tiempos difíciles. Ojalá perdure muchos años esta costumbre, y ojalá tú, amable lector, puedas disfrutarla también.