Visitas imprescindibles en Ho Chi Minh, la antigua Saigón (I)
Ho Chi Minh City, antes conocida como Saigón, fue la capital de Vietnam del Sur desde 1956 a 1975 y sigue siendo la ciudad más grande del país. Con la ansiada reunificación del país, la capital pasó a ser Hanoi, en el norte. Una visita a Vietnam no se entiende sin pasear por las calles de Saigón y pararse en algunos de los puntos emblemáticos de la ciudad. Aquí te dejo una lista de puntos imprescindibles que te recomiendo ver si pasas por Ho Chi Minh City:
El Ayuntamiento
Lo que la administración francesa construyo como ayuntamiento en 1908 es hoy la sede del Comité Popular. Un estilo arquitectónico peculiar que convierte la fachada en uno de los iconos de la ciudad. Frente a él, un bonito jardín con una estatua de Ho Chi Minh. La contradicción aparente es que frente a un símbolo de la victoria del comunismo frente al colonialismo, y en la misma cara de quien fuera el humilde líder que llevó a Vietnam a su libertad, lo que verás en los jardines es la colección de boutiques de lujo más impresionantes. Esa permanente dualidad del comunismo vietnamita y el espíritu comercial de ese mismo pueblo. A mi me resultó un poco chocante…
El Museo de los Crímenes de Guerra
El viajero que quiere conocer el país que visita a menudo se enfrenta a la realidad más cruda, sea en tiempo real, sea en diferido. Y sin embargo, conocer el lado más turbio de la historia de un país es casi imprescindible para comprenderlo. Algo así ocurre con el War Remmants Museum , que es a la vez una visita imprescindible, pero en absoluto agradable. El museo es un acto constante e insistente de reafirmación de la lucha vietnamita contra el invasor estadounidense, y al mismo tiempo, una denuncia fragante de los crímenes de guerra que los Estados Unidos cometieron sobre el pueblo vietnamita. La manera en que lo digo pudiera molestar a algunos, excepto si han estado allí. Entonces, mis palabras les parecerán suaves.
La parte más llamativa de este museo abierto en 1975 quizás sea la explanada de acceso, donde se exhibe maquinaria bélica capturada al enemigo. Tanques, aviones, helicópteros… (que no es raro encontrarte en muchos otros puntos de la ciudad). Menos espectacular pero más ejemplar de la brutalidad de la guerra son las bombas que también se exhiben allí. Desde la que es capaz de absorber todo el oxígeno en un radio de medio kilómetro, matando de asfixia a quien allí estuviera, hasta que diseñada para destruir cualquier edificio en un radio de 100 metros, con sus siete toneladas de explosivos.
El museo dedica varias salas a explicar la visión vietnamita de la guerra. Desde que los colonizadores franceses fueron derrotados en Dien Bien Phu, una demostración del espíritu de sacrificio de los soldados vietnamitas, que acarrearon toneladas de artillería por la selva, y de la sagacidad de los generales vietnamitas, que aniquilaron con neuronas a un ejército mucho más poderoso en armamento; hasta los crímenes contra la población civil, que sufrió y mucho. Hay salas que muestran también la represión del régimen comunista al acabar la guerra, con las ejecuciones sumarísimas de quienes colaboraron con el enemigo. Terrible, pero no tanto como la sala que explica los efectos del agente naranja, sobre la naturaleza, sobre las personas, sobre los niños que nacieron generaciones más tarde con severas deformaciones (también hijos y nietos de soldados estadounidenses). Cuatro millones de civiles vietnamitas estuvieron expuestos al agente naranja. Los 90 millones de litros de esta dioxina cancerígena también cayeron sobre los soldados norteamericanos y los coreanos que allí se destinaron. No olvidemos que esta sustancia se produjo, entre otras, por compañías como Monsanto y Dow Chemical.En la planta baja, algunos de los chicos que aún nacen con deformidades te explicarán su lucha por la integración. Hay fotos del antes y después de ciudades y calles que nunca podrán volver a ser como eran. También podrás ver cómo eran las celdas de castigo y tortura que usaron los vietnamitas del sur en la represión comunista, algunas de ellas situadas en la idílica y paradisiaca isla de Phu Quoc.
Si eres periodista (como yo), has de saber que hay una sala dedicada a los reporteros caídos durante la guerra. 134 profesionales de la información de 11 nacionalidades diferentes se dejaron la piel aquí.
Salir de este museo te llevará a respetar a esos pequeños vietnamitas con los que te cruzarás por la calle al salir. Laboriosos, alegres, respetuosos, divertidos. Pero también tenaces, valientes, inteligentes y sufridos.
Callejear por Ho Chi Minh City
Hay mucho más que ver, pos supuesto. Saigón es una de esas ciudades por las que vale la pena guardar el mapa y callejear. Estás del todo seguro, lo más que te vas a encontrar son sonrisas a tu paso si te metes en alguna calle con poco turista suelto. Vimos las modernas torres de cristal que se erigen a orillas del río Saigón, bulliciosas calles convertidas en mercados,, llamativos edificios de corte europeo, algunos hoteles clásicos que llevan funcionando desde antes de la guerra. Las calles que rodean la Catedral son sencillamente espectaculares, con poco que envidiar a las urbes que puedas ver en Europa. una buena zona para pasear sería el triángulo que forman el War Remmants Museum con un vértice en el rio, en el Ton Duc Thang Museum y el otro al final del parque 23/9.